La oscuridad de los gritos llegó a mis oídos
en numerosas noches.
Con la indiferencia masiva sellaron mi boca.
Mis comentarios son objeto de incomprensión o rechazo.
Me refugio aquí como si estuviese exiliado.
Cambiarme es matarme un poco,
soy todo así
y mi ser no se negocia.
Entendí y sentí la inflexibilidad del mundo,
ahora, o en algún presente, apreciaran mi rigidez.
Mis caídas son producto de lo impredecible del suelo,
de su inestabilidad y sus frenéticas sacudidas.
Con el tiempo podré superar toda sorpresa.
Cálculos, predicciones en mi cama, intuiciones, bases de datos, proyecciones y regresiones serán mis armas.
Conquistaré la paz de anciano que espero,
del trabajo a la casa y viceversa.
Apuesto mucho de mi tiempo y de mí a la fantasía.
Ya que la gente, la masa,
mucho más que la muchedumbre,
me depredará ahí afuera
y temo.
Pero en el sótano, en la guarida,
son pocas las novedades,
es un ambiente que se adaptó a mí.
Aunque suelo sentir una pesadumbre,
un anquilosamiento,
como si mis piernas y brazos fuesen bloques.
Al terminar la proyección mensual de eventos y de frases a decir,
confieso intenté caminar y no pude,
estoy un poco adherido al suelo,
estoy más cómodo con la habitación también.
Puede que
yo me esté amoldando a ella.
Puede ser y creo que es
que me estoy convirtiendo en pared.