24.7.12

Desmemoriado de mierda

Fría, vieja, preocupada, estresada tanto
que mi corazón quiere salirse de este cuerpo.
A diferencia de otros, no soy un ser desmemoriado,
lo que me duele del presente es lo que arrastro,
son esas cadenas de huesos, calaveras, promesas y formularios.
Me duelen los hombros de cargar con mentiras de otros.
Me tiemblan las manos cada vez que me pongo a esparcir tu supuesta solidaridad.
Tengo unas arrugas en la frente porque, involuntariamente, alzo las cejas al hablarte para que no te des cuenta lo mucho que te escupiría en la cara.
¡Ay, pero cómo voy a decir eso!
Con bronca, así lo digo
y con doble bronca por todavía no poder decirlo.

Y todavía más.
Quiero ver tu sangre derramada por la ciudad caótica,
que vaya como un tren bala pero indeciso,
adelante, atrás, a un costado, a la diagonal, a la otra.
Y aunque después cicatrices, un poquito de lo que hay debajo de tu piel se tiene que ver.
Es un deber. Debemos ver.

Hoy ardo, mañana quemo; pero de frío y de repente.
Toda la apatía, el silencio, las caras de nadas y las tardes de sentir que mi sonrisa, mi voz de dulce-bonita-amable se gastan de falsedad se están transformando.
Respiremos un poco, todavía no termina pero tiene fin.


19.2.12

Muros

La oscuridad de los gritos llegó a mis oídos

en numerosas noches.

Con la indiferencia masiva sellaron mi boca.

Mis comentarios son objeto de incomprensión o rechazo.

Me refugio aquí como si estuviese exiliado.

Cambiarme es matarme un poco,

soy todo así

y mi ser no se negocia.

Entendí y sentí la inflexibilidad del mundo,

ahora, o en algún presente, apreciaran mi rigidez.

Mis caídas son producto de lo impredecible del suelo,

de su inestabilidad y sus frenéticas sacudidas.

Con el tiempo podré superar toda sorpresa.

Cálculos, predicciones en mi cama, intuiciones, bases de datos, proyecciones y regresiones serán mis armas.

Conquistaré la paz de anciano que espero,

del trabajo a la casa y viceversa.

Apuesto mucho de mi tiempo y de mí a la fantasía.

Ya que la gente, la masa,

mucho más que la muchedumbre,

me depredará ahí afuera

y temo.

Pero en el sótano, en la guarida,

son pocas las novedades,

es un ambiente que se adaptó a mí.

Aunque suelo sentir una pesadumbre,

un anquilosamiento,

como si mis piernas y brazos fuesen bloques.

Al terminar la proyección mensual de eventos y de frases a decir,

confieso intenté caminar y no pude,

estoy un poco adherido al suelo,

estoy más cómodo con la habitación también.

Puede que

yo me esté amoldando a ella.

Puede ser y creo que es

que me estoy convirtiendo en pared.