17.2.13

Piecitos

13/02/2013
Es un vacío inmenso.
Difícil de esconder, imposible de comer.
Lo saco a pasear y sentado en mi nuca llega a lavar sus pies en mis ojos.

Confío en que, eventualmente,
el cansancio lo empujará a sentarse en mi hombro.
A esa altura podré mirar su rostro.
Encararlo.

Mientras, chapotea en mis ojos con sus patitas.
Hunde sus manos en mi pelo y me llega hasta los sentimientos.
Juega con mis nervios como si fuera un gato con una bola de lana.
Para aquí, para allá, junta estos, aleja aquellos.

Confío en que, eventualmente,
el cansancio lo empujará a sentarse en mi hombro.
A esa altura podré mirar su rostro.
Encararlo.

Por ahí cuando me encariño se va,
los cazadores actúan así,
los fóbicos también.
Y suelen convivir en la misma persona.

Es un trepador tan habilidoso
que se enrieda en mis tobillos.
Cuando lo pierdo de vista,
de entre letras, sillas, panes, techos
sale y me dice “acá toy”

Confío en que, eventualmente,
el cansancio lo empujará a sentarse en mi hombro.
A esa altura podré mirar su rostro.
Encararlo.
E improvisar.